El poeta y amigo Juan Antonio Jorge Peraza, sin desear que le nombráramos, nos envió un escrito lleno de recuerdos sobre Santiago Afonso, empresario y deportista, que partió de este plano la pasada semana de enero. Nosotros revelamos la fuente porque este homenaje, aunque es de todos los que tuvimos la dicha de conocerle, es fundamentalmente de él. Más que un poema al uso, es un ramillete de palabras que recuerdan la imagen de un isorano que fue representación canaria en Venezuela en épocas en las que el fútbol unía a ambas orillas.
Compartimos además, el texto íntegro del poema:
Orgullo isorano, recuerdo de vírgenes y andanzas que guarda el corazón que emigra. Juegos de pelota, el baño en los charcos del barranco, ese sol sureño que atora.
Santiaguito creció en el sur, el de los malpaises de Isora, por donde en Tenerife muere la luz y de atrás del mar tres islas se asoman.
Y entre tanta belleza de luz y volcán, siempre los juegos de pelota.
Una vez el sueño de América llamó a Santiaguito y como tantos corazones henchidos de pena, emigró.
Con los seres queridos en el alma, en una mano el tesón, en la otra mano la magua y para no sufrir, un balón que le hiciera leve la pena.
El fútbol fue pasión, fue mundo variopinto del que disfrutar, fue amistad y una forma de ser donde el deporte es solo un juego, donde el fútbol no es solo dinero, donde la vida es un entrenamiento para disfrutar y un encuentro es la fortuna de vivir.
Santiaguito fue la suerte de la amistad, de la entrañable tertulia futbolera, de la visita entrañable a su tienda donde la infancia gozaba feliz oyendo historias de goles de leyenda.
Santiaguito fue la suerte de tener un padre y esposo que dejó muy claras sus luces, de una bondad interminable que ayudó a crecer a sus hijas con dulzura, con una educación firme y comprensiva.
Gracias, Santiaguito, por tu cariño inolvidable y generoso, por la pasión que del fútbol supiste transmitir a quienes te conocieron, por haber sido un ser gigante sencillo, y porque tu recuerdo será siempre un regalo que vivirá en nuestros corazones.