Por Christian Cortez Abanto -| junio |
REDACCIÓN.- La Crítica Teatral está inmersa en el proceso de comunicación teatral. Es una mirada distinta e importante, complementaria de otros agentes de este proceso como la dramaturgia, la dirección, la producción de la puesta en escena, las actuaciones y el público. Entendiendo así al Teatro como una manifstación de repercusiones psicológicas, sociológicas y filosóficas que se dan a conocer durante todo el proceso.
Contribuye a la didáctica que plantea el Teatro, como una metodología de estudio y análisis tanto desde los inicios de su proceso, como el resultado en escena y las repercusiones con el público. Su desarrollo puede darse a dos niveles: la crítica inmediata (posterior a presenciar una puesta) o la crítica de investigación (que tiene un trasfondo periodístico, que sirve como fuente de investigación y archivo).
El concepto de crítica, viene de la raíz griega “kritikós” (capaz de discernir) que, a su vez, proviene de “kríno” (discernimiento) y de “krínein” (analizar, separar). Así, la crítica está relacionada al criterio en base a un análisis, un examen y juicio con intención de discernimiento acerca de un hecho en particular.
Es usual que cuando alguien oye o lee la palabra crítica, piense que es equivalente a una objeción, otorgándole una connotación negativa. Immanuel Kant, defendía la palabra “crítica” como un discernimiento objetivo acerca de algo que era real y del cual se tenía que estar plenamente enterado.
La Crítica Teatral es evaluativa y tiene patrones de referencias universales o locales, dependiendo el contexto si una obra ha sido adaptada. Se basa en la observación del hecho teatral y termina con la reflexión (el trabajo de escribir la crítica) con base empírica, pero complementada de nociones y estudios acerca del desempeño de los actores (en materia individual y en colectivo), la técnica que han empleado para su desplazamiento, proyección de voz, igualdad de tono en un diálogo, el análisis de su desenvolvimiento emocional desde inicio de la puesta, hacia el final; según el planteamiento de la obra y la dirección.
La labor del director es importante puesto que debe conocer los lineamientos que pide la obra. El ritmo, que es la corriente sanguínea de una puesta en escena. Saber el momento indicado para la pausa, el tiempo, el silencio, que son completamente distintos y que no cualquiera puede manejar con precisión y destreza.
El Director de Teatro es como un Director de orquesta. No puede estar en temporada de una puesta en escena y, a la vez, dirigir otra. Eso genera un notorio vacío. Él debe estar desde el comienzo de las lecturas de la obra, hasta el final; sin ausentarse ni relegar el trabajo por otras actividades o trabajos. No sólo eso: el director es quien retransmite a los actores la intencionalidad del autor, explica su dramaturgia y los elementos que ésta tiene.
Por ejemplo, hace entender y comprender el elemento activador (que está implícito en el texto de un autor) que muestra la circunstancia o contexto en que se desarrollarán las acciones. Igual con el punto de ataque, que representa la acción del personaje o los personajes que le dan sentido y vivo interés a la obra. Los objetivos que cumple cada personaje en su transcurrir (que deberían plasmarse en la puesta) y el final o desenlace de la obra.
A esto, se le suma la observación en materia de producción de la puesta: si eran necesarios los elementos en escena o si sólo con algunos era suficiente, si el vestuario está al servicio de la historia, si las luces eran las indicadas para transmitir diversas sensaciones, si la inserción de elementos audiovisuales o efectos son necesarios, entre otros puntos. Todo esto, concluye, con la repercusión del público al terminar de ver la puesta en escena, si se han dado cuenta de las falencias y aciertos, y conocer su punto de vista acerca de lo observado.
No es de interés de este artículo explicar cómo se elabora una Crítica Teatral, sólo mostrar algunas variables de análisis. Realizar una crítica no es un trabajo improvisado. Para ello, es bueno aprender, conocer y haber experimentado, en lo posible, cada parte del proceso de comunicación teatral. Ser sincero y coherente en la comunicación, a pesar que una crítica no siempre va a ser bien recibida, por más argumentos y fundamentos que se expongan.
La crítica (independientemente de lo teatral) es un ejercicio de democracia. Seamos proactivos y conscientes con ella, otorgándole la importancia de una labor formativa, positiva, que proponga soluciones y muestre lo existente, a favor de un desarrollo y mejora cultural, social y de comunidad entre seres humanos.
Fuente de la imagen:
Taberna Crítica