El actor y periodista Oscar Torcigliani hurga en sus recuerdos para poner en valor el teatro amateur, el arte que se desarrolla con los vecinos del municipio de Guía de Isora.
CEDARPRE / OSCAR TORCIGLIANI.- Desde que me encontré con esta disciplina me di cuenta de su poder transformador.
La posibilidad de interactuar con personas más jóvenes o mayores es enriquecedora. De repente la misma temática tiene dos miradas totalmente diferentes y a la vez, actuales.
Al ser vecinos de un mismo espacio geográfico, pero de orígenes culturales distintos, nos permite poner en práctica los valores de la humildad, aceptación y comunión de ideas.
Hay un compromiso por mantener la memoria viva de nuestros mayores, esa que es tan sabia por vivida y emocionante por su relato.
He podido ser testigo de grandes esfuerzos por participar de algunos de los proyectos, y eso sin duda, legitima cualquier esfuerzo.
Con la voluntad y convicción de que un mundo mejor es posible, sigo creyendo en el teatro como punto de apoyo. Al menos, desde mi humilde opinión.
Este es el segundo de los párrafos de un escrito a vuelapluma que Oscar escribió para CEDARPRE desde la tranquilidad de su hogar en Roma. Antes, y previo a un partido de Rugby seguramente, nos había contado la historia de Ivan, mezclando la experiencia balompédica con el trabajo cultural que desarrollamos en Guía de Isora. Aquí les dejo su impresión, sin presión pero sí con mucha expresión. Que valga.
[Iván y el teatro de vecinos]
El año pasado Iván se perdió.
Una vez al año se celebra el mundialito de clubes, “La Liga Promises Tenerife” en el municipio vecino de Puerto de la Cruz, donde la industria del fútbol, pone su irrisoria mirada en los potenciales cracks de 8 años.
A pesar de ser un evento ultra organizado, Iván de tan solo 4 años se perdió.
Por la mañana salió con su padre y hermano mayor Aitor, al estadio Municipal El Peñón.
Es increíble la cantidad de estupideces que suelen hacer los padres con tal de no reconocer sus frustraciones. El padre de Iván no era la excepción, tenía la convicción de que esa mañana y pese a no tener ningún tipo de vínculo con los clubes que disputan este certamen, sería capaz de ‘ofrecer’ a su hijo Aitor como número ‘9’ Prodigio, ambidiestro, gran velocidad, disciplina y goleador de su categoría.
En ese contexto y en un evento que reúne a más de 4.000 espectadores, Iván se perdió.
Lo curiosos de todo esto es que no fue sino después de pasadas 2 horas que el padre de Iván, en medio del tumulto y los constantes rechazos de los distintos directivos de los clubes, se dio cuenta que su hijo pequeño ya no estaba a su lado.
Solo quien ha vivenciado un hecho de estas características sabe de lo que estoy hablando, no hay palabras para describir la angustia de no encontrar a un hijo.
De manera inmediata intentó llegar a la zona de megafonía para poder llamarlo, pero gracias a su estúpida idea de disturbar a todos el cuerpo técnicos, la organización decidió que fueran los cuerpos de seguridad los que se ocuparan de echar a éste representante del niño llamado Aitor.
Al ver que se lo llevaban detenido y tras el llanto desesperado de su hijo, Adama, un gambiano de 35 años que había visto al padre llegar con sus dos hijos, se interpuso a la policía para explicarle la situación. Fue así que de inmediato se liberó al padre de Iván y comenzaron la búsqueda.
Pasados los 30 primeros minutos no había rastros de Iván, lo que parecía una mañana a puro fútbol se estaba convirtiendo en una búsqueda del tesoro, en la desesperante búsqueda de una aguja en un pajar. Se suspendieron momentáneamente los partidos y por megafonía se escuchaba la voz del padre llamando a Iván. Se organizó un grupo de wasap compartiendo la foto de Iván, las gradas se dividieron en tres grupos y comenzó el rastreo del estadio.
A medida que seguían pasando los minutos la agonía crecía, se cerraron las puertas del campo de fútbol, Iván no aparecía. El padre comenzó a pensar lo peor.
Este es un certamen donde vienen equipos de todo el mundo, de tal manera que la organización de la búsqueda se realizó también en idioma inglés, así los alemanes, italianos y franceses podían coordinarse.
Después de una hora y veinte minutos, se escucha a Lenzy gritar: “¡aquí, aquí está!”. El abrazo de dolor y alegría logró emocionar a todos los presentes. Por motivos de horarios, logística y sentido común, se suspendieron los partidos de la mañana y por la tarde se retomó el certamen con normalidad.
Del Papá, Aitor y de nuestro pequeño Iván no volvimos a saber más nada, pero me permite explicar el significado que tiene del teatro que realizamos en Guía de Isora: un crisol de identidades culturales, emociones y acciones organizadas de manera dramática, para encontrar un niño perdido.