La popularidad del actor es efímera
Edwin Forrest
A Yetzánia Briceño
Soy York , el bufón muerto y hecho cenizas de Elsinor y de cual cráneo Hamlet rey de Dinamarca, de un soplido le ha hecho sonar como si fuera una flauta.-
Soy un bufón, un anillo nupcial de payasos y cómicos, la unión de Dios y Satán en una fiesta de exclusivas voces.
-Ahh!!! Hasta aquí llega el perfume, el delicioso aroma a lavanda que los barberos derraman, sobre las cabezas lavadas de los idiotas, cabezas fálicas, como nidos de babosos espermatozoides.
Antes amaba el día, porque el día tenía un respeto a mi voz, a los textos que con profunda garganta eran lanzados desde la torre. Corrían de oído a oído. Como sangre se coagulaban en la faz sonriente de un provinciano. Ahora es distinto, todo es distinto en este país.
Para mí la noche guarda secretos de cercana lejanía, Ahh… Ese perfume de desconocida feminidad, me transporta sobre los aires de oníricas beldades, a besar labios; mi voz se proyecta en el silencio del negro profundo, dejándome caer… sin prisa, ya sin prisa… miembro sobre miembro, vida sobre vida y muerte sobre muerte…
El Perfume; caída de interminables cabellos blancos, sobre la falda de onduladas mareas… un soplido, un hálito, una voz de aliento fértil, un añejado jarabe de profunda atracción … el enceguecimiento del amor, la anulación de Dios, el final indescriptible, el adiós, la falsa y abierta dicción , el follaje otoñal que corta la carne a pedazos proporcionados. El sonido y el crujir del invisible cristal, el soplido del fantasma perdido en un libro de idioma execrado…
Vaginas, vaginas que gritan, vaginas cantantes, vaginas que hacen vibrar sus himenes como tambores japoneses, vaginas que despiden fétidos olores a olvido y encubren crímenes. Vaginas, vaginas vírgenes que mueven su prurito en un baile de inocente intención.
Todas las noches, todas las noches. Llena está mi cabeza de imágenes, imágenes…tan solo eso.
Me gusta la noche porque bajo los gritos de esta ciudad de cuadras, carreras, calles y veredas yo puedo oírme. Soy un actor, soy un actor de provincia, un payaso del tercer acto sin escena definida, la voz de un animal abatido en la tristeza- y ahora- ¡DISUELVASE EL PERFUME EN EL OLVIDO!
Ya no volverá la voz de Atenea en su imperfecta forma de Julieta, tan solo su perfume permanece como un fósil, enmarcado en los alveolos, como un daguerrotipo familiar de olvidada trascendencia; ya la soledad como el perfume del adiós nos muestra su danza macabra con risita de niña.
Su espalda y su pecho son el plástico negativo de fotografías desechadas, la alquimia de Jean Paul Gouttier convertida en mujer y millares de sombras percibiéndola en los pasillos, bajo el sudor de todos los mediodías; en el sin fin de cabezas que se buscan unas a otras, tratando de encontrar el elemento: eso llamado amor, de piel escamosa y cortante como ave de plumas vidriosas, afiladas navajas que alzan su vuelo a cielos bermejos.
El delirium tremens, la caricia hecha pedazos sobre el rostro, el aplauso, el fin de la tragedia , los nombres y las publicaciones de escandalosas noticias, la figura ondulante del amor que se pierde en la simpleza; el amargo estilo de vivir así , acompañado de tantas máscaras … la caída del telón y el silencio.
Soy York…el nombre de un impostor de teatro… el amante desapasionado con apasionada locura, la bocina por donde un locutor de radio anuncia el acorde final con incoherentes palabras. Soy un fractal, el rezo silencioso en pilares bizantinos, la figura aplomada de un tonto que pasa desapercibido en la historia; el grito del último texto, la voz que besa, el perfume que ambienta los cuellos de tantos espectadores impolutos como frías estatuas, esperando de Shakespeare ese textillo de locura: “La vida es solo una sombra que pasa, un cómico que pavonea una hora sobre la escena y nada significa, un cuento narrado por un idiota con gran aparato y que ya no se le oye más”
Publicado 8th March 2007 por Héctor Armas