Conversación con Asly o Diálogo entre dos que no han nacido

Se habían vistos doce, trece, catorce o quince veces, más bien trece, para ser exactamente fatalista; no habían formado lo que en realidad pudiera llamarse un lazo amistoso, pero lo que sí es seguro, es que desde el primer encuentro sus cordones de plata o sus cordones umbilicales – como prefieras llamarlos – , se conectaron, tal como están conectados el día y la noche, la semilla y la vaina.

En esta ocasión ella lucia el sudor de todo un día de trabajo; al detenerse a mirarla uno adivinaba fácilmente que se había maquillado muy temprano en la mañana; a no ser por mí convencimiento de que ella aún no nacía, casi me atrevo a jurar que de la mañana a la noche su rostro había envejecido.

Él (Asly), estuvo nadando toda la tarde, en la materia etílica de que esta llena la placenta que lo envuelve. Regresaba como siempre al restaurante, para recibir su comida, un plato que siempre es obsequiado por caridad disfrazada de amistad y la volvió a encontrar allí, bajo la luz tenue de la bombilla que le daba un a un aire de madame o matrona de burdel , aire que a él le producía una sensación de estar y no estar , de rechazo y aceptación al mismo tiempo, de querer huir o decidirse de una buena vez a sentarse en la silla que después de saludarlo ella le ofrecía con un vago gesto. Ella continuaba tratando de crear con trocitos de papel un concepto innovador para lucir en las carátulas de los libros.

Luego de ordenar licor seco y cigarrillos, Asly propició un diálogo:

– Nunca conocí a papá, se marchó sin conocerme, ahora canto “Oye cucú papá se fue”… con la diferencia de que papá nunca estuvo antes de acostarme, ha de ser por eso que jamás he sentido miedo, porque papá nunca apagó la luz de mi habitación, ni me dio el beso de buenas noches.

– Papá siempre ha estado a mi lado, cubriéndome de regalos –suspiró- como para aliviarme su ausencia.

– Yo no valgo nada, debería estar en ese algo que hay después de la muerte. Ayer jugué a la ruleta rusa y ninguno de mis turnos se topó con un golpe de suerte.

– Yo en cambio valgo demasiado (desbordaba una dulce ironía al pronunciar estas palabras), pero no concibo las razones que me obligan a continuar aquí. Antes de ayer pellizque tanto mis antebrazos, deseaba hacerlos llorar lo suficiente; hasta que no hubieran lágrimas, hasta que no hubiera sangre, hasta que no hubiera NADA NI NADIE; pero estaban secos, tan secos como mis ganas de vivir, te juro que están más secas que el desierto.

– Ya no deseo molestar a mis amigos contándoles mis dolencias, prefiero estar solo, continuar marcando un solo par de huellas en la anchura del camino, seguir aislado, completamente abstraído en mis GANAS DE NO EXISTIR.

Los conocidos se acercaban silenciosos, movidos por la curiosidad: ¿De qué pueden hablar dos seres de naturalezas antagónicas?, era la pregunta que retumbaba en las entrañas de los que ocupaban el salón, pero la fuerza de la mirada concentrada en 2 X 2 los hacía retroceder, sentirse fuera del lugar y terminaron por rehacer sus deberes, resignados a reunir los fósiles de sonido que el aire les llevaba, imaginándolos ya amantes.

Con un brillo instantáneo en los ojos, ella agrego:

– Tengo un amigo que es como un bosque púrpura, siempre escudriña mi silencio y no se cansa de escuchar mi repetido lamento, alegando que no siempre tendrá la misma intensidad. El pobre no ha caído en cuenta que mi lamento es omnipotente, no es ni alto ni bajo, ni gordo ni flaco, es preciso, justo. Simplemente es a mi medida.

– Sólo conozco el afecto de La Pitia. Esa que soporta sobre sus caderas el peso de mi silencio, siempre me excusa, se consuela pensando que sigo siendo un niño MAL CRIADO. Ella, ella todo el tiempo desea construir con mi esperma y sus óvulos un sueño, que sin importar el sexo debe llevar por sobre todas las cosas, mi nombre. La muy ingenua, a pesar de los cuatro siglos que lleva unida a mi trasero no se ha dado cuenta que yo AUN NO HE NACIDO y mi esperma no puede engendrar otra cosa que no sea odio.

– Yo he conocido el sudor y el semen de dos transeúntes. Uno me despertó al AMOR-DOLOR y el otro me durmió con el AMOR-AZUL-LIGERO. Soy estéril…AUN NO HE NACIDO.

– Creo que no hemos nacido –dijo Asly riendo a carcajadas- porque no soportamos la vida.

– No. Estoy absolutamente segura de que no hemos nacido porque es la vida la que no nos soportas.

– Me voy, Buenas noches – beso la otra frente, su frente en el espejo –

– Cuídate por favor

El se fue a volar cual mariposa nocturna en una noche de carnaval, ella se quedó ensimismada dándole forma definitiva al puzzle.

Jessica Drew
Publicado 7th March 2007

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